Las Cosas De Altisidora

Todas estas malandanzas te suceden, empedernido caballero, por el pecado de tu dureza y pertinacia; y plega a Dios que se le olvide a Sancho tu escudero el azotarse, porque nunca salga de su encanto esta tan amada tuya Dulcinea, ni tú la goces, ni llegues a tálamo con ella, a lo menos viviendo yo, que te adoro.

Aforismos de Antonio Porchía 08/02/2009

“Me hicieron de cien años algunos minutos que se quedaron conmigo, no cien años”

“Durmiendo sueño lo que despierto sueño. Y mi soñar es contínuo”

“Si amas el sol que te alumbra, tal vez amas y si amas al insecto que te muerde, amas”

“¿Por qué te pido tanto que me ayudes?. Es que te estoy ayudando”

“Las cadenas que más nos encadenan son las cadenas que hemos roto”

“Si no levantas los ojos creerás que eres el punto más alto”

“Te quiero como eres. Pero no me digas cómo eres…”

“Quien abre todas las puertas puede cerrarlas todas”

“Se aprende a necesitar necesitando”

“Cuando me conformo con nada es cuando me conformo con todo”

“La verdad tiene muy pocos amigos y los muy pocos amigos que tiene son suicidas”

“Dirán que andas por un camino equivocado si andas por tu camino”

“Y si no pudiera alejarme de mí, no podría acercarme a nadie, a nada. Ni a mí”

“Para que tu tristeza muda no oyese mis palabras, te hablé bajito”

“A veces de noche enciendo la luz para no ver mi propia oscuridad”

“Sin esa tonta vanidad que es el mostrarnos y que es de todos y de todo, no veríamos nada y no existiría nada”

“Se vive con la esperanza de llegar a ser un recuerdo”

“Un corazón grande se llena con poco”

“Las dificultades también pasan como todo pasa, sin dificultad”

“Quien perdona todo ha debido perdonarse todo”

“Algunas cosas se hacen tan nuestras que las olvidamos”

“Lo que no se convierte en recuerdo no fue”

“Pierdo el deseo de lo que busco buscando lo que deseo”

“Sabes tanto de mí y no me comprendes. Saber no es comprender. Podríamos saberlo todo y no comprender nada”

“Tú crees que me matas. Yo creo que te suicidas”

 

¿Se harán realidad?

Somewhere, over the rainbow, way up high.
There’s a land that I heard of Once in a lullaby.
Somewhere, over the rainbow, skies are blue.
And the dreams that you dare to dream
Really do come true.

Someday I’ll wish upon a star and wake up where the clouds are far Behind me.
Where troubles melt like lemon drops, Away above the chimney tops.
That’s where you’ll find me.

Somewhere, over the rainbow, bluebirds fly. Birds fly over the rainbow,
Why then – oh, why can’t I?
If happy little bluebirds fly beyond the rainbow,
Why, oh, why can’t I?

Por cierto, que “Over the Rainbow” es una de las canciones más versionadas de la Historia de la Música, aunque yo me quedo con dos versiones: la de Aselin Debison y la de Clapton. Pero hubo muchísimas: desde Aretha Franklin a Plácido Domingo, pasando por Ray Charles, Pink Floyd o los Ramones. Sin olvidar, por supuesto, la de Judy Garland en “El Mago de Oz” (1939).

 

«¡Niebla, Niebla!»

( publicado el 2 de septiembre de 2008 )

Antesdeayer empecé a leerme “Niebla” la nivola por excelencia de Unamuno (con permiso de “San Manuel Bueno, mártir”) y apenas he leido 8 capítulos y ya no hago más que pensar en Augusto Pérez y Eugenita la pianista.

Hace un par de años estuve, en octubre, en Salamanca, donde lo que más me gustó fue pasear por la rectoría que don Miguel habitó y recorrió durante años. Allí, en la que fue su casa, conocí buena parte de su amarga historia:

Proclamó la República en Salamanca 2 días después de ser elegido concejal aunque 4 años después afirmó sentirse desencantado con todo, incluido el Gobierno y Azaña.

Luego, al iniciarse la guerra civil, apoyó a los sublevados porque defendían la civilización occidental y la tradición cristiana. Pero no contaba con el asesinato, a manos del ejército franquista, de muchos de sus amigos salmantinos, así como con el encarcelamiento de otros muchos. Pidió clemencia a Franco, pero fue inútil: a las dictaduras no les interesan los intelectuales, sus mayores estorbos en su lucha hacia el poder y la megalomanía más absoluta.

Así que Unamuno se arrepintió públicamente de haber apoyado a los sublevados y durante el acto de apertura del curso académico un 12 de octubre de 1936 se produjo otra de tantas infamias que contra escritores cometió el Régimen: la señora esposa del “Generalísimo”, Carmen Polo, sacó “amablemente” al rector del Paraninfo de la Universidad y, acto seguido, la corporación municipal, en un acto vil, cobarde, repulsivo, bajo, tremendo…expulsó a Unamuno. Posteriormente, el propio Franco firmó también el decreto de destitución de Unamuno como Rector de la Universidad de Salamanca.

Todos esos acontecimientos lo sumieron en la más absoluta tristeza y desolación que lo atormentaban durante los meses que duró su arresto domiciliario…hasta que murió el 31 de diciembre de aquel mismo año 36, que también se llevó por delante la vida de Lorca.

Toda aquella historia me conmovió y, de paso, convirtió a Unamuno en uno de mis grandes héroes de la intelectualidad nacional. De ahí que ahora le rinda mi particular homenaje a través de este post y con la lectura de “Niebla”.

Por cierto, aún hoy nadie en la ciudad castellano-leonesa le ha restituido a Unamuno el honor perdido devolviéndole, a título póstumo, su acta de concejal ni la rectoría vitalicia de la Universidad de Salamanca. Otra de las grandes vergüenzas de la Historia de este nuestro país.

Para la historia:
“Venceréis, pero no convenceréis. Venceréis porque tenéis sobrada fuerza bruta; pero no convenceréis, porque convencer significa persuadir. Y para persuadir necesitáis algo que os falta: razón y derecho en la lucha.” (Unamuno a las palabras de Millán Astray de “¡Muera la inteligencia!”).

 

El concepto de «amor contrariado»

( publicado el 28 de agosto de 2008 )

Como ya dije en mi primer post sobre el amor platónico, tuve uno cuando tenía 12 años y años después, cuando me lo cruzaba, aún me sonreía y suspiraba. Y el otro día, al hablarme mi amiga de su amor platónico, pensé en él y en qué sería de su vida. Sé que es platónico porque jamás me ha importado que traspasase mi imaginación y se convirtiera en realidad, porque nunca he sufrido por ese amor, no he llorado ni me he lamentado, porque no sueño con él ni me quita las ganas de dormir ni de comer, porque no vive en mi día a día sino en el recuerdo de mi adolescencia como “la primera vez que sentí q estaba enamorada o algo parecido” (más bien algo parecido…).

Ahora, eso sí, no puedo decir si hoy me lo volviese a encontrar, siendo ya una mujer adulta, si no lo intentaría con él, quizás tener la oportunidad…imagino que no, para no romper la magia ni ensuciar el recuerdo, pero ¿quién sabe?…quizás hoy día sea un hombre interesantísimo a quién sí me gustaría conocer en mi realidad y ver qué pasa…de todas formas, eso no pasará jamás, porque hace años que no lo veo, y no importa, porque es imposible que él sea la persona que era con 14 años, de la misma forma que yo ya no soy esa niña de 12 que se sonrojaba al cruzarse con él en el colegio.

Desgraciadamente, existen otros dos tipos de amor que sí que duelen: los imposibles y los “contrariados” (que fue un término acuñado por Gabriel García Márquez para hablar de un tipo de amor concreto que aparece en su libro “El amor en los tiempos del Cólera”).

Para mí, un amor imposible es uno no correspondido y que, pase lo que pase, jamás será correspondido. Aunque claro, para mucha gente un amor imposible también es aquel que, por diversas circunstancias (uno de los dos está casado o tiene pareja, viven en países diferentes, son amigos y no quieren estropear la amistad, son familia, la diferencia de edad es un obstáculo…etc) no se puede materializar aunque los enamorados sí que lo deseen con todas sus fuerzas. Para mí esto es un amor contrariado, no imposible.

Por lo que llegamos así al AMOR CONTRARIADO. Un amor contrariado es el que, a pesar de todo, no sale bien o las circunstancias impiden que esas dos personas estén juntas y sean felices compartiendo el amor que ambos sienten. Ambas personas se aman, no es platónico ni idealizado, es correspondido, no hay impedimentos en la línea del “no puedo ni quiero corresponderte”, pero no puede ser a pesar de que se da, entre ambas personas, la condición más importante: ambos se aman y desean estar juntos. Es como una jugarreta del Destino que convierte lo que podría ser un amor prácticamente perfecto en un auténtico desastre porque las circunstancias impiden que se desarrolle con normalidad. También es un amor contrariado ese en el que dos personas logran estar juntas, ambos no se cansan de repetirse que se quieren y se importan, pero a uno de los dos le pueden más sus ganas de, por ejemplo, ser libre, no atarse a nada ni a nadie…etc. Es contrariado en definitiva porque hay algo por encima de él que impide que se desarrolle con normalidad y se convierte en algo obsesivo, que provoca sufrimiento y dolor que es justo en lo que nunca debería convertirse el amor.

Los amores contrariados son los peores porque por ellos las personas sufren más. Los amores contrariados son esos que no pueden ser o que lo son a destiempo y me explico: en un momento dado una de las dos personas ama a la otra pero la otra no siente lo mismo y cuando la primera aprende a vivir sin la segunda, es la segunda quien se siente enamorada…y ahora no puede ser: siempre andan a destiempo. Los amores contrariados son los que duelen de verdad, porque sobre ellos pesa el imperativo imposible de la felicidad completa. Me gustaría pensar que, en algún momento, Dios compensa a los “amantes contrariados” y acaba ocurriendo como en “El amor en los tiempos del cólera” aunque haya que esperar 51 años, 9 meses y 4 días (prácticamente para siempre).

El amor contrariado es el amor desdichado, el que te hace llorar una y otra vez y te hace sentir impotente ante la conciencia de saber que es “contrariado”, que no puede ser y no por falta de amor, sino por circunstancias externas, que es peor. Por ahí dicen que duelen más los amores correspondidos que los no correspondidos, y la existencia de los amores contrariados reafirma esta idea con fuerza.

El amor contrariado frena la imaginación y la necesidad de soñar con nuestro amor, porque eso sólo lo haría más complicado y doloroso, es abrumador sentir que tu amor está “malogrado” a pesar de sentir también que es “para siempre” y eso es lo peor porque te impide amar a otras personas e intentar ser feliz con ella/el. Un amor contrariado sigue una pasión desmedida por el objeto amado que hace que el que lo siente termine sufriendo “mal de amores” o “melancolía de amor”. De hecho, en el siglo XVII tuvo lugar una epidemia que la sufrían las mujeres jóvenes y cuyos síntomas eran languidez, tristeza, ganas frecuentes de llorar, palidez, dolores de cabeza, desgana para hacer nada, etc. Esto es el mal de amores, y aún hoy día sigue siendo una epidemia que afecta tanto a hombres como a mujeres y que es la consecuencia lógica de tener un amor contrariado o también, por qué no, uno imposible.

El amor de Romeo y Julieta fue contrariado para que nos entendamos. Los amores contrariados son los trágicos, los que son superados por las circunstancias. Por ahí he leido que un amor contrariado es un amor sin dueño, supongo que se refería a sin dueño en el sentido físico del término: sí que tiene dueño, pero no puede tomar posesión de él por diversos motivos.

Por cierto, para los poetas clásicos (griegos) un amor tenía que ser contrariado para que fuera grande, por lo que podemos considerar que el amor contrariado es el Amor escrito con mayúsculas.

 

¿Felicidad o momentos felices?

Filed under: Pensamientos Profundos — altisidora @ 01:04
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¿Existe la Felicidad o solamente los momentos felices? Tuve esta conversación con mi amigo Antonio hace muchísimos años, tantos que aún estábamos en la facultad y la vida era mucho más sencilla. Fue una tarde de verano, allá por el año 2000, cuando los dos Antonios y yo éramos becarios en ABC: ¡qué recuerdos!. Ese día, durante el rato de la merienda nos dio por ponernos filosóficos. 21 añitos y filosofando…cosas de periodistas (todos pedantes, en mayor o menor medida).

No sé cómo surgió el tema, ni cual de los dos Antonios lo planteó. La cuestión es que jamás nos pusimos de acuerdo (yo creía en la existencia de momentos felices, igual que uno de los Antonios…y el otro Antonio sí creía en la Felicidad, aunque no recuerdo que argumentase demasiado bien su teoría)…y creo que nunca retomamos el tema, ni en días, ni meses, ni años posteriores: la próxima vez que vea a Antonio lo comentaremos, a ver si en 8 años han cambiado nuestras opiniones al respecto.

Yo opté por la existencia de momentos felices, que son como oasis que aparecen, de vez en cuando, a lo largo de tu vida, y que se intercalan, irremediablemente, con otro tipo de momentos, situaciones o circunstancias que no son buenas (y no tienen por qué ser infelices sino que, simplemente, no son grandes momentos que recordar con una sonrisa).

No creo que exista la Felicidad, así, con mayúsculas, porque siempre habrá problemas, siempre ocurrirán cosas malas y, por tanto, no puede existir nada más allá de momentos felices: pocos o muchos, eso ya es cuestión de suerte.

Pero que no exista la Felicidad, sino sólo los momentos felices, no tiene por qué ser malo: es una cuestión de equilibrios en el Universo. Ni sería soportable el sufrimiento constante ni divertido la felicidad permanente, porque eso sería aburrido. Además, es una cuestión de lecciones de vida: al fin y al cabo, la mejor forma de apreciar lo bueno que te regala la vida es siendo plenamente consciente de tus padecimientos pasados y del dolor que puede venir en el futuro. Es como eso de que hay que aprender de los errores para no volver a cometerlos. Esto es lo mismo, pero a un nivel incluso más elevado si cabe: disfrutas más de la felicidad cuando, previamente, has sufrido. Aprender a valorar lo bueno que te regala la vida.

Nos debatimos constantemente entre tristezas y alegrías, se pasa por unas y luego por otras, y viceversa y, en el fondo, el dolor también te ayuda a sentir que estás viva. Y no hay mayor felicidad conocida que respirar, sentir…¡vivir! Superar los obstáculos que la Vida nos pone en el camino, conocer la amistad y el amor y tener la esperanza, cuando el mundo se te ha venido abajo, de que algo bueno está por llegar porque, gracias a Dios, después de la tormenta siempre llega la calma (Sí, ya sé que es de una canción de Alejandro Sanz, pero no por ello menos cierto).

Además, el ser humano es incorformista por naturaleza y aunque lográsemos todo aquello que, en un momento dado, consideramos que nos haría plenamente felices, siempre encontraríamos un motivo para estar descontentos, quejarnos, sufrir, llorar…

La cuestión es que hay que disfrutar al máximo de los momentos felices que nos regala el Destino proque no sabemos cuánto van a durar y, cuando se esfumen, guardar los buenos recuerdos y esperar con paciencia a que, de nuevo, nos llegue esa felicidad momentánea que tanto ansiamos. Pero siempre mirando al frente, sin miedos. Y no es malo llorar, las lágrimas te liberan del dolor, pero hay que poner de nuestra parte y quedarnos sólo con lo bueno, deshechar lo malo y ser consciente de que, tarde o temprano, volveremos a encontrarnos inmersos en un momento feliz.

Por cierto:

Si la vida te da la espalda…¡TÓCALE EL CULO!