Hoy he descubierto a un cantautor gaditano, de San Fernando, ‘La Isla’, para ser más exactos, como Camarón, Sara Baras, la Niña Pastori, Álex O’Dogherty o José Oneto. Demostrando que en Cádiz hay mucho arte. Eso nadie lo dudaba. Pero, por si acaso, aquí dejo constancia escrita de ello.
Carlos Chaouen, nombre artístico dee Juan Carlos Sánchez Ceballos, gaditano afincado en Madrid desde los 12 años. Pero Cádiz nunca se olvida. Andalucía jamás se olvida. Por la complejidad de su cultura, forjada a golpe de decenas de pueblos que ocuparon nuestra tierra desde tiempos inmemoriales, dotándonos, con ello, de una realidad única y propia, que nos identifica como pueblo.
Y nuestras penas y tristezas que bañan todas y cada una de nuestras manifestaciones artísticas aunque ocultas tras una risa limpia y fresca como el olor al azahar sevillano, como el aroma del salitre en la Bahía de Cádiz, como el rumor de la marisma onubense, cada una de las gotas del deshielo que caen desde Sierra Nevada en el inicio del verano, el sonido de las malagueñas, la negra arena de la costa almeriense, el río que parte en dos Córdoba o la serenidad de cada olivar jiennense.
Y en medio de todo esto, Carlos Chaouen, representante de lo que se ha dado en llamar «fusión de autor» por lo variado de sus influencias, de Sabina a Silvio Rodríguez, mientras comparte generación musical con Quique González, versiona a Serrat o escribe para Diego el Cigala y Ana Torroja, a la vez que se solidariza, aportando temas musicales, a discos en favor de las víctimas del terrorismo, de Intermón Oxfam, Palestina, Amnistía Internacional o ALCER.
Entre todas sus canciones destacaría «Semilla en la Tierra», sublime sin duda cuando habla de la fugacidad del amor probablemente, que hace que la vida duela porque querer es sufrir también, o el miedo que provoca cuando, un día todo está perfecto pero desconoces cuándo puede cambiar y por qué puede hacerlo. Pero el amor también es risa y, sobre todo, vida porque el amor es ‘vivir con creces’, es vivir más y mejor. Toda una declaración de amor al Amor en sí mismo. Alarde poético impresionante e intenso, de los que anulan tu entendimiento y te hacen asumir y aceptar que la música no es más que poesía.
Duele,
la vida como un puñal hay veces que duele
y nada tiene que ver con tu boca
que hecha para besar
hay veces que muerde
que anuncia cordura
y a veces se vuelve loca
Duele porque la piel no es materia inerte
Duele porque el querer es dolerse a veces.Tiembla,
la vida como con miedo hay veces que tiembla
y nada tiene que ver con el aire
que mueve tu ropa
en noches de luna escueta
que aprieta suelta y evoca y me enloquece
tiembla por los latidos que tu provocas
y también porque el querer es temblar a veces.Y cada uno en su camino
va cantando espantando sus penas
Y cada cual en su destino
va llenando de soles sus venas.
Y yo aquí sigo en mi trinchera, corazón
tirando piedras,
contra la última frontera
la que separa el mar del cielo
del color de tus maneras,
la que me lleva a la guerra,
a ser semilla en la tierra.Y no me pidas tanto, corazón
que tengo poco aire en el pulmón
lo que tengo es un castillo en el cielo
si viene la guadaña a mi rincón
envuélveme la frente en tu sudor
y le das un beso a todos si me muero…Ríe,
la vida como un volcán hay veces que ríe
y nada tiene que ver con el tiempo
Se ríe porque para ella somos tan leves
como el humo azul
que del pudor se desprende
ríe porque tu llanto se lo merece
y también porque el querer es reírse a veces.Vive,
la vida por compasión hay veces que vive
y nada tiene que ver con la muerte
Y cuando llegue ese instante
déjame verte
que no hay mayor libertad que tenerte enfrente
y que nadie sea absuelto por no quererse
y vive porque el querer es vivir con creces.Y si todo es semilla
no me dolerá la astilla
que sangran de mi costado tus andares de chiquilla,
y no me digas nada,
déjame a mi en mi ventana
con los pies del otro lado,
yo me fumo mis mañanas.
Se oye, se dice, se comenta…