Ando desde ayer por la tarde-noche en Menorca, por viaje de trabajo que no por placer (para venir aquí por placer, mejor el verano y el buen tiempo) y llueve a mares. Eso y el viento, que es muchísimo peor. Ahora sé qué es eso de la Tramontana. Y es que los vientos me persiguen: el año pasado, cuando fui a Zaragoza en septiembre, el Cierzo sopló con fuerza y allí descubrí dónde el viento da la vuelta: sin duda, ¡¡en Zaragoza!! Aunque esta pequeñísima isla del Mediterráneo, famosa por sus aguas limpias y cristalinas, no se queda atrás.
En fin…que vaya dos semanas que llevo, ya que, la pasada, pasé dos días helada en la pequeñísima Palencia, también por trabajo, donde me fui justo os días después de volver de la también lluviosa y, literalmente, gris, A Coruña…aunque allí fue por placer.
No pienso viajar en meses. Aunque eso digo siempre y, al final, siempre encuentro un nuevo destino para conocer o uno viejo con el que reencontrarme. ¿Barcelona quizás? ¿Roma de nuevo?…ya veremos.
Fríos y lluviosos saludos ‘menorquines’
Se oye, se dice, se comenta…