Las Cosas De Altisidora

Todas estas malandanzas te suceden, empedernido caballero, por el pecado de tu dureza y pertinacia; y plega a Dios que se le olvide a Sancho tu escudero el azotarse, porque nunca salga de su encanto esta tan amada tuya Dulcinea, ni tú la goces, ni llegues a tálamo con ella, a lo menos viviendo yo, que te adoro.

El periodista que no quiero ser 10/08/2010

No quiero ser como William Randolph Hearst, alias Ciudadano Kane (¡Rosebud, mi Rosebud!), inventor de la prensa sensacionalista y quien destrozó la imagen pública y la carrera de Roscoe Fatty Arbuckle movido por sus ansias de alcanzar y dominar el 4º Poder, o sea, la información, el periodismo.

Logró el monopolio periodístico en EEUU, con 28 periódicos y 18 revistas, además de alguna emisora de radio e, incluso, una productora de cine. Y no contento con todo eso encima se permitía, según dice la Wikipedia al menos (que no pecaré yo de no contrastar cuando me estoy quejando de eso precisamente), ser xenófobo, dar su apoyo al gobierno nazi, presuntamente matar a Thomas Harper Ince (al parecer por error porque a quien deseaba matar era ¡A Charles Chaplin! liado con la que también era su amante, la actriz Marion Davies) y allanarle el camino a ese tal Senador McCarthy, sí, el de la Caza de Brujas…porque, al parecer, ser comunista es como ser el Diablo.

No quiero ser de aquellos que hacen suya esa repugnante frase «No dejes que la verdad te estropee una buena noticia» porque así se venden más periódicos, y a la contrastación de fuentes, el intento de objetividad en la medida de lo posible y el rigor periodístico se lo pasan por el arco del triunfo. O, como decía el propio Hearst «Yo hago las noticias«, toma ya: eso sí que es un alarde de buen periodismo, fiel a la realidad, «así son las cosas y así se las hemos contado«. Las cosas eran como quería el Ciudadano y punto. Para eso controlaba el poder de la información.

Dicen que fue Kane quien logró que perdiésemos Cuba, al acusar a España en sus medios del sabotaje del Maine y solicitar al presidente McKinley iniciar la guerra. Pero bueno, no quiero ser como él no porque perdiésemos Cuba, sino por mentiroso, incendiario, falto de rigor, mal periodista, sensacionalista, porque gracias a él hoy tenemos Sálvame (el deluxe y el ¿normal?, quiero decir…diario), DEC y un montón de basura en la tele, así como por escrito (gracias a Dios aquí no hay periódicos sensacionalistas como, por ejemplo, e Reino Unido, por mucho que algunos digan que un par de periódicos de tirada nacional a veces lo son, amén de cierto canal de TV con edición digital, claro).

Personas como Hearst son las que iniciaron la mala fama que hoy tiene, en general, una bonita profesión, aquella cuyo fin te dicen en la facultad que es ‘»informar, formar y entretener«…por supuesto siempre contrastando fuentes, buscando la objetividad dentro de la subjetividad que es innata y propia al ser humano (porque yo soy subjetiva, de eso se trata la individualidad del ser humano).

Y no alcanzo a comprender por qué  el premio de periodismo más prestigioso del mundo lleva el  nombre  de su mayor rival en la época, Joseph Pulitzer, que tampoco era precisamente un periodista ‘honrado’, puesto que era tan amante de los escándalos y del amarillismo como el primero. Ah, vale, ya sé el por qué del nombre del premio…¿será porque «poderoso caballero es Don Dinero«? que diría Quevedo si levantase la cabeza (probablemente para volver a morir al instante viendo cómo está España).

Tampoco quiero ser como todos aquellos periodistas que siguen empeñados en seguir el ejemplo de malos periodistas anteriores, difamando, mintiendo, incendiando a la opinión pública, ocultando información, desinformando casi siempre, defendiendo sus posturas aunque esté más que demostrado que se equivocan.

Y no quiero ser como los contertulios de los programas-basura, digo, del corazón, la mayor parte de ellos sin oficio ni beneficio, excepto haberse liado con un famoso o famosa (qué líos de faldas o de pantalones más rentables logran algunos), haber estado en un reality-show de esos que son como la vida misma, haber trabajado para alguien de presencia frecuente en el papel cuché, y mil historias rocambolescas más que los convierten en ¿aptos? para hablar del corazón.

Y, con todos mis respetos hacia su trabajo y su labor, tampoco quiero ser como los compañeros periodistas dedicados a ese corazón, a esa prensa rosa, que empiezan persiguiendo, alcachofa en mano, para luego entrevistarlos en lujosos platós ‘rosa’,  a tonadilleras, politiquillos, nobles varios, futbolistas estrella, toreros, sus mujeres, sus amantes y sus padres (y las amantes de sus padres), cualquiera convertida en pseudo-estrella mediática por haberse liado con el famosete de turno o tener un hijo (o varios) suyos, famosos de los de ‘toda la vida’ y que ni siquiera ya sabemos por qué son famosos, pero los perseguimos, porque venden WC de diseño, porque hace 20 años aparecieron 6 veces en un programa de moda, por pijas, por ser viudas alegres de vida disipada, por ser hija y/o madre también de torero-actor-cantante del año 4 Antes de Cristo liada una y mil veces con otros tantos toreros, actores, cantantes, cubanos sin escrúpulos (o de cualquier otra nacionalidad, incluidos españolitos sin escrúpulos) y demás faranduleo que gana dinero a espuertas por vender sus intimidades un millón de veces y que luego agreden y/o se querellan contra periodistas que hacen su trabajo, aunque su trabajo nos parecezca prescindible o imprescindible (según gustos de cada uno), porque ellos venden hasta el color de su ropa interior cuando les interesa, no cuando el periodista quiere. ¿Acaso si vendes tu vida, la de tu familia y hasta tu alma a la prensa del corazón pretendes que no te persigan?.

Si alguien se siente ofendido u ofendida, lo siento: simplemente, es lo que yo NO quiero ser.

 

2 Responses to “El periodista que no quiero ser”

  1. ariovisto Says:

    La labor del buen periodista no es descubrir la verdad, sino evitar la mentira.

    O eres joven o eres buena… o las dos cosas – para mí obvias -. Lo que hay es un lodazal de cochinera donde la opinión ya no sabe donde tiene la mano izquierda. Para aprender se va a la universidad, no al quisoco. Lo de «formar opinión» es algo tan siniestro como no querer parecer que lo haces.

    Entre informar, formar o deformar, me quedo con la primera, que es la auténtica.
    Un beso, naranji.

    Pd.- ¿Te regalo un boli Moleskine? ¿Los venden?
    🙂

  2. Kisco Says:

    No diré nada del primer nombre que das, que del «Ciudadano Kane» me declaro cuanto menos ignorante más allá de Orson Wells, pero sí sobre el resto que comentas: Esos no son periodistas. Periodistas son los que de verdad se preocupan por informar y descubrir verdades (que no inventarlas). Periodistas son todos aquellos que tú realmente conoces y con los que hace tiempo conviviste profesionalmente. Y desde luego, los que te conocemos sabemos que nunca fuiste/serás/serías como esos que mencionas en tu post, sino como los profesionales de verdad


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